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2 de septiembre de 2013

Para usar zapatos nuevos?

Y hasta que llegó el gran día para el cuál me había preparado y preparado a mi hijo: el matrimonio de mi amiga. Le estuve "entrenando" a mi pequeño para que lleve los aros durante la ceremonia religiosa. Ya tenía listo: "delante de quién vas a caminar? A quién le vas a dar la mano? Vas a caminar rápido o lento? A quién le vas a dar los anillos?" Lo bueno es que todo salió a la perfección, estuvo serio, entrego los aros a tiempo, todo 10/10. La boda, recepción y fiesta también perfectas, contrariamente a lo que suele suceder, no falló nada. Recuerdo que en mi boda, tal era la fiesta que ni vi cuando alguien cortó el pastel y menos aún cuando los invitados se lo comieron...semanas más tarde alguien me comentó: "que rico el pastel de tu boda, quién lo hizo?" Pastel?? Que pastel? Jajaja. Por suerte en el mío tampoco hubieron errores o fallas, pero como le decía a mi amiga, así no falle nada, o falle algo o falle todo, lo lindo de ese día, la emoción y el cariño que te rodea son únicos y creo que muy pocas cosas pueden dañar ese momento. Lo que si falló en esta boda fue mi atuendo. Primero que nada, el día previo fue a un nuevo peluquero que me recomendaron. Llegué a su casa el día pre-boda y me encuentro con su esposa (él no tiene una peluquería convencional, sino que atiende en su propia casa) y veo su peinado: la mitad de la cabeza rapada, y la otra mitad con mechones largos y cortos de todos los tamaños. Me pegué un susto tremendo y quería decirle: me acabo de acordar que debo estar en algún lugar en este mismo segundo! Pero ya era muy tarde. Solo alcancé a decirle: por favor nada muy radical, tengo un matrimonio mañana, soy la madrina y quedaré en esas fotos por la eternidad. Me cortó como él quiso y menos mal salí contenta con el resultado. A la mañana siguiente tenía mil cosas que hacer antes de salir para la Iglesia, así que me fui a la peluquería a que me dieran una mano de gato a las 7 de la mañana. La chica me peinó de una forma que no me gustó para nada, parecía un peinado a la David Bowie en su época de glam rock...nada que ver con lo que quería/necesitaba. Me tocó llegar a la casa corriendo, lavarme de nuevo la cabeza, y peinarme sola como debí hacerlo desde el inicio. Al fin, logré peinarme y salimos con las justas, maquillaje en el camino, preparación de biberones de leche y demás, todo a tiempo. Lo malo es que me puse unos zapatos, primero muy altos, me dolían las articulaciones y encima nuevos: AMPOLLAS! Las mujeres que leen esto saben de que estoy hablando. Ni bien salimos de la Iglesia, ya me dolían los pies en todos los lugares dónde pueden doler y en lugares dónde ni sabía que existían terminales nerviosas. En conclusión: ni bien nos sentamos a comer, quería sacarme los zapatos, lanzarlos en la primera zanja que encuentre y andar descalza.. Pero desgraciadamente, eso solo se puede hacer ya entrada la noche y con todos los invitados ya con muchas copas encima..adiós glamour, jaja. Una amiga me prestó sus zapatos "de baile"... unos bajitos sin taco, que resultaron ser mi salvación. Pudimos festejar, bailar y brindar con los novios hasta la noche, ya sin más inconvenientes. Así que tuvimos un lindo sábado, lleno de emociones, lindas de ver una amiga cumplir su sueño y malas de tener que lidiar con zapatos nuevos imponibles (a quién no le ha pasado?). Mañana los recién casados se van de luna de miel y no sé como pedirles que me lleven! Prometo que ni notaran que estoy por ahí! Jajaja. Necesito vacaciones! Y estoy pensando en un spa para pies para comenzar. Un fuerte abrazo para los novios y a disfrutar. Besos