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11 de septiembre de 2013

Para entrar a clases?

La semana pasada mi hijo mayor entró a la escuela. La verdad es que pensé que sería más fácil, pero los primeros tres días lloró y me suplicaba que no lo llevara y cuando llegábamos: sácame de aquí, no me dejes! Bueno, como se imaginarán, yo me sentía la peor madre y bruja del mundo al dejarlo ahí sufriendo. Pero en los días siguientes, hizo amigos y esta semana, cuando lo llevé a la escuela, me arrastró del brazo, llegamos frente a su aula, me sueltó y entró corriendo sin mirar atrás. Chao Matías!!! Ah si, ya chao mamá! y me cerró la puerta.

Por un lado estoy feliz de que se sienta bien, que le guste el lugar, las profesoras, los compañeros. Estoy contenta de que empiece esta nueva etapa de su vida, va a aprender muchas cosas nuevas, mejorar otras, conocer más gente, socializar con niños de su edad y más grandes, etc.. pero también siento un "dolor" en el corazón. Mi pequeño crece tan rápido, siento que ya no es mi bebé (bebote de hecho, es bien alto), sino que ya es un niñito, cada día más autosuficiente e independiente. Es duro verlos crecer, pero me llena de orgullo verlo cada día más grande. Y de seguro con el paso de los años, cada vez será más emocionante para él volver a clases.

Y es que me acuerdo, cuando estaba en el colegio, esperaba con ansías que llegara el verano para salir a vacaciones, pero esperaba con la misma ansiedad que llegara el primer lunes de septiembre y encontrarme con mis amigas y contarles de mis vacaciones. Compartíamos los lugares visitados, comidas nuevas probadas, ricas y feas (caracoles/escargots de mi abuela o conejo en casa de mi bisabuela que terminaban en el fondo del jardín para deleite de las hormigas), amigos nuevos, cambios hormonales y físicos ocurridos en esos meses, y hasta idealizaba al vecino de la casa de al lado que me había gustado. Lo volvía a ver años más tarde y solo pensaba: Será el mismo? Ese me gustaba? Que diablos le vi? No puede ser!! Nos reíamos y conversábamos por días enteros de todo lo que había hecho cada una durante el verano.

De las cosas que más me gustaban de volver a clases, era estar pendiente de quiénes serían los nuevos compañeros/as que tendríamos ese año. Empezaba el interrogatorio: Como te llamas? de dónde eres? cuando es tu cumpleaños? hasta cuando te vas a quedar? y luego la pregunta de rigor: quieres ser mi amigo/a? La respuesta de esta última pregunta siempre era sí! Que fácil era hacer amigos! Y es que las amistades del colegio son las más duraderas y valiosas que tenemos. Tengo muchos amigos de la Universidad y de la vida, pero los más cercanos son los del colegio, con quiénes comparto mi vida, penas, ilusiones, triunfos y alegrías. Espero que mis pequeños tengan la suerte de conocer gente buena y sincera como he tenido yo.

Feliz regreso a clases para hijos y padres. Una linda semana para todos..
Beso!